Al considerarnos ajenos y superiores a la naturaleza, nos hemos olvidado de quiénes somos. Sin embargo, somos parte de ella y dependemos de ella. La consecuencia: la humanidad es dañada al destruir a los Vivos.
Pero no todo está perdido, ¡todavía hay tiempo para actuar!
Restableciendo nuestros vínculos con los Vivos y redescubriendo nuestra capacidad de asombro, podemos cambiar el curso de las cosas.
La suma de nuestras acciones cambiará el mundo.